domingo, 12 de enero de 2014

Capítulo 1 Muchos inviernos a la deriva

La brisa invernal revoloteaba por todos los rincones de la vieja ciudad. Yo llevaba prisa puesto a que debía realizar trámites muy importantes, mediante los cuales, quizás se definiría mi futuro. Las calles estaban algo desoladas, seguramente por las bajas temperaturas. Sin embargo, a mi me parecía el mejor paisaje para pasear, siempre y cuando, uno lleve bastante abrigo. Como les contaba: aquel era un día muy importante. Estaba llegando al centro de la cuidad muy contenta por mi nuevo trabajo, cuando escuché algo que cambió completamente mi humor.

-Si encuentro a ese maldito de Lennon, juro que le voy a bajar todos los dientes.-Un joven lleno de enojo le comentaba a otro. Ambos sentados en una esquina.

-Ya era hora, amigo.-El otro rió.

-Esta fue la gota que derramó el vaso.-El joven hablaba sin escuchar a su compañero.-Esta noche en The Cavern, avísale a los demás... Lennon, me las vas a pagar!

-Tengo que avisarle a John!-Pensé para mis adentros, mientras escuchaba su conversación detrás de un árbol cual ladrona.

-¡Eso es, amigo!-Se reía su compañero.-Esta va a ser una gran noche...

-Maldito Lennon.-Susurré mientras el muchacho decía exactamente lo mismo que yo.-Llegaré tarde a mi primer día de trabajo ¡por su culpa!

Y aquí es donde, lamentablemente para mí, el rumbo de la historia debe cambiar. Paso a contarles qué serie de hechos habían desencadenado esta situación...

Días atrás. Invierno hostil en Liverpool, Inglaterra.

-No otra vez...-Una ráfaga de viento frío casi voló mi abrigo y de la misma forma le sucedió al joven culpable de mis recientes palabras.

-Anna!-Saludó desde lejos montado a una vieja bicicleta, con una detestable sonrisa de triunfo.

-¿De dónde sacaste eso?-Pregunté observando la nueva adquisición de mi compañero.

-Adivina.-Dijo animadamente y tratando de frenar la destartalada bicicleta sin llevarme por delante.

-¿Otra vez robando?-Me enojé.

-Solo la tome prestada.-Contestó inmutable.-Una guitarra nunca viene mal... además, ese tipo me debe un par de favores.

-Vas a terminar dentro de una celda, después no digas que no te lo advertí!

-¿Cómo voy a terminar dentro de una celda?-Rió y me quedé escuchando atentamente aquella risa sucia que lo caracterizaba.-Es conmigo con quien hablas.

-Ya se con quien estoy hablando.-Contesté mientras caminaba rumbo a mi hogar junto con el muchacho, que ahora se había bajado del vehículo y lo llevaba caminando.

-¿Entonces? No hay nada que temer, yo manejo a la policía, al gobierno, a los narcotraficantes.-Repetía emocionado un título de Gran Jefe, que nadie le había otorgado.

-Como no.-Reí absurdamente.

-Anna.-Frenó su bicicleta, mirando hacia el horizonte.

-¿Si?-Pregunté y volteé a ver su mirada perdida.-¡Ya te dije miles de veces que no me gustas!

-Prefiero morir antes que eso.-Soltó una carcajada.-Solo que...

-¿Qué sucede?-Pregunté y miré hacia la misma dirección que él. Un par de chicos se acercaban caminando.

-Tengo que irme.-Una sonrisa amarga se dibujó en su rostro impredecible y montó su bicicleta. Seguramente se habría mandado alguna de sus fechorías con esos jóvenes también.

-¡Espera!-Dije en vano.

-El viernes en The Cavern... ¿irás a vernos?-Gritó a lo lejos.

-¡Jamás!

Volteé y seguí el camino hacia mi casa, mientras como de costumbre los pensamientos comenzaron a recorrer mi mente a la velocidad de la luz. Esta vez comencé a reflexionar sobre la ciudad en la que vivía. Liverpool, el nombre no te dice nada ¿o si? Pero dentro de ella se albergan muchísimas cosas buenas, malas, alegres, tristes. Aún recuerdo como si fuera ayer la primera vez que pisé esta ciudad...

Invierno de 1949. Old Swan, Inglaterra.

-¿Ah si?-Reprochaba mi madre.-¿Entonces quién es esa mujer?

Otra vez estaban peleando, pero al parecer esta vez iba más allá. Era 8 de diciembre, lo que significaba que en todas las casas de Old Swan la gente estaría armando el árbol de navidad. Sin embargo, a diferencia de todas, en casa no reinaba un ambiente de paz y familiaridad. Los años anteriores había sido divertido armarlo, pero aquel me encontraba haciéndolo sola. Las peleas entre mis padres se habían vuelto la banda sonora de mi infancia en los últimos años.

-Tu hijo también lo escuchó.-Agregó mamá nuevamente y Aaron, mi hermano mayor de tan solo 9 años, también se vio involucrado en la pelea.

-Yo escuché una voz de mujer.-Contó y miró a mi padre.-Y también la tuya.

-¿Cómo justificas eso?-Preguntó mi madre enojada.

Yo había decidido ir al patio trasero para alejarme de sus peleas. Sin embargo, allí también podía oírlos. Había perdido el hilo de la discusión, pero al parecer se trataba sobre una mujer... y mi padre. Realmente podía esperar cualquier cosa menos eso. Es decir, él trabaja en una ciudad cercana a la nuestra razón por la cual solía llegar muy tarde a casa. Realmente me negaba a creer que podría engañar a mi madre, sobre todo porque yo lo creía el más grave error y además, hace tiempo deseaba tener un nuevo hermano. Nunca se concretó, demás está decir. Quizás sí, admito que era un padre ausente, pero a fin de cuentas lo quería y era mi modelo a seguir ¿Qué haría ahora yo si se derrumbaran ante mis ojos los valores que él mismo me había enseñando? Quizás para ese entonces yo no comprendía del todo lo que sucedía, pero si una cosa estaba clara era que la situación en casa iba de mal en peor.

-Anna!-Mi madre me buscaba por todo el jardín. 

-Qué pasa?-Respondí desganada saliendo de atrás de unas plantas.

-¿Vamos a armar el árbol?-Me regaló una mirada de compasión que jamás olvidaría en mi vida.

-¿Para qué? Si siempre lo termino armando yo sola.-Bufé.

-No esta vez, vamos.-Me tomó de la mano y nos dirigimos adentro de casa.

Adentro reinaba la, tan conocida para mi, calma después de la tormenta. Mi padre no estaba en la sala de estar, mi hermano se encontraba sentado en un sillón jugando con su viejo muñeco. Por un segundo pensé en preguntar, pero luego me retracté.

Invierno de 1957. Ciudad desconocida, Inglaterra.

 El invierno de 1957 había llegado hacía ya un mes, eso significaba que la gente había dejado de lado su espíritu navideño y sus buenos deseos hacia el prójimo, y habían comenzado a pensar que sería de sus vidas este nuevo año.

Por mi parte, me encontraba descargando de un camión de mudanzas, varias cajas que contenían mis cosas inservibles. Mis padres por fin habían decidido poner un fin a esa desastrosa relación, quizás porque mi hermano y yo estábamos más grandes y pensaron que lo tomaríamos mejor. Aaron no pareció verlo de esa forma y seguía aún molesto con los dos, sin embargo a mi me parecía la mejor decisión que tomaron en un largo tiempo. Por esta razón, nos mudamos junto a mi madre a una vivienda más cercana al centro de Liverpool, en 251 Menlove Avenue.

-Piensa rápido.-Dijo mi querido hermano arrojándome una caja que golpeó mi cabeza antes de aterrizar en el suelo.

-Mamá!-Me quejé. 

-Ya basta, van a romper todo.-Dijo ella desde adentro.-Apúrense que el hombre de camión lleva media hora retrasado.

Terminamos de bajar todas nuestras pertenencias y nos dedicamos a acomodarlas lo mejor que pudimos, pues era un día de mucho cansancio. La casa era linda, no muy grande y con un pequeño jardín adelante y otro más espacioso atrás. Mediante métodos muy minuciosos y justos -piedra, papel o tijera- con mi hermano nos habíamos disputado nuestras habitaciones.

La mía, fiel a mi suerte, había resultado la más pequeña, pero era la única que tenía una ventana cuya vista daba a la calle. Las paredes eran verdes, maravilloso porque siempre venía bien algo de color. La cama y los demás muebles eran blancos y estaban dispuestos de una forma en la que se aprovechaba el espacio. Antes de hacer cualquier cosa, decidí colgar una fotografía de Elvis en la pared, para inaugurar la habitación con un toque autóctono. Sin embargo, un sonido proveniente de la calle me llamó la atención. La abrí cuidadosamente y me asomé: un joven en la casa de enfrente estaba tocando la armónica. Me pareció bueno, no sólo por sus gustos musicales, sino también porque había alguien de mi edad, que quizás pudiera reemplazar a la cantidad de amigos que había dejado en mi antiguo hogar. Cuando salí del enriedo de pensamientos y volví a la realidad, una señora de aspecto un poco más mayor que el de mi madre, salía de la casa del joven. En ese momento observé que cruzaba la calle dirigiéndose a nuestra casa, y también cómo el chico me estaba observando. Muerta de vergüenza cerré la ventana y fui a avisarle a mamá sobre la señora, sin embargo me había ganado de mano.

-Anna, ella es Mary, nuestra nueva vecina.-Presentó mi madre.

-Un placer conocerla, señora.-Correspondí el saludo.

-Llámame Mimi.-Sonrió la mujer, tenía un aspecto agradable.-Y dime, cuántos años tienes niña?

-16, señora.-Contesté y ella rió de la forma por la cual la llamé. Me resultaba complicado hablar de forma suelta con personas que no conocía. Quizás una de mis mayores características.

-Excelente! Mi sobrino John tiene 17, podrían conocerse.-Propuso y me sonrojé ante la idea. Realmente yo había tenido amigos hombres, pero no muchos.-Ojalá lo lleves por el buen camino...

Mi mamá y la nueva vecina rieron e instantáneamente comenzaron a hablar de cosas de mujeres que a nadie le interesan excepto, justamente, a ellas.

El timbre me despertó de forma bruta de mi letargo, olvidé mencionarles lo estruendoso que era el timbre nuevo.

-Anna!-Un muchacho se abalanzó sobre mi y comenzó a saltar arriba del sofá en el cual me había quedado dormida.

-¿Qué haces acá Billy?-Inquirí.

-¿Cómo que qué hago acá?-Dejó de brincar alegremente.-Venimos a conocer la hermosa mansión nueva.

En ese momento, advertí la presencia de tres personas más allí. Lo había olvidado: hoy era domingo y todos los domingos religiosamente se cenaba en familia, sin importar mudanza alguna. Allí se encontraban mi tía Martha, mi tío Jerry y mis primos: Billy de 15 años y Eleanor de 8.

En el mundo hay muchos tíos. Los están pelados, flacos, altos, melenudos, gordos, bajos. Lo mismo pasa con las tías, el mundo está lleno de ellos. Hay tías gordas, pesadas, serias. Algunos de esos tíos son míos, es decir, pertenecen a mi familia. Dos de esos tíos, son Jerry y Martha, y no exagero al decir que son los mejores tíos del mundo. Más buenos que el pan- dicen todos los conocidos. Y me sentía absolutamente afortunada al ser su sobrina.

Martha es una de las hermanas mayores de mi madre. Una mujer de estatura media, cabello rizado y corto y una gran sonrisa. Hospitalaria y gran cocinera eran dos de sus características principales, muy buena combinación. Jerry, era su esposo, tendía dos años más que ella. Era la persona que nos divertía en los días de lluvia contando historias de cuando él era marinero. En cuanto a mis primos, Eleanor era una niña rubia de tez blanca y muchas pecas. Tenía ojos rasgados y de color pardo. Le faltaban un par de dientes, otorgándole un aspecto más aniñado a su pícara sonrisa. Su hermano Bill, mejor conocido como Billy, era un personaje bastante particular. Era alto y delgado y poseía una mirada intrigante del mismo color de ojos que su hermana menor. Vaya uno a saber por qué, la naturaleza es bastante retorcida. Sus padres, buenos y amables, habían engendrado a un hijo desfachatado que hablaba hasta con los árboles. Algo parecido sucedía conmigo, mis padres eran dos personas carismáticas que siempre tenían algún tema de conversación. Por el contrario, mi hermano y principalmente yo, éramos algo tímidos. 

-Y bien ¿qué vamos a comer?-Preguntó Billy sentándose en la mesa a estrenar.

-Comida.-Contestó mi madre.

-Muy gracioso tía.-Dijo con sarcasmo.

-Yo cociné algo.-Martha interrumpió la conversación con una olla en la mano.-No es muy elaborado, pero supuse que no tendrías ganas de cocinar, Marianne.

-Supusiste bien.-Rió mi madre.

No hace falta aclarar que era comida como para 20 personas, porque el lema de Martha era "Mejor sobre y no que falte". En casa se respiraba un aire hogareño que había terminado de coronar el aroma a comida casero y el crepitar de la leña en la chimenea. La cena se pasó rápido, seguramente porque las visitas siempre tenían anécdotas divertidas para contar. Sin contar que Eleanor siempre se las arreglaba para no terminar comiendo verduras que su madre preparaba. Me alegraba eso porque ellos vivían aquí en Liverpool y solo a un par de calles de mi nueva casa, por lo que tendría al menos a mis primos para matar el tiempo.

-Y bien.-Dijo Jerry cuando terminamos de comer.-¿Ya conocieron la ciudad?

-Acaban de llegar, querido.-Lo retó Martha, pero pronto volvió a su estado natural.-¿Sabes que, Anna?

-¿Qué tía?

-En esta calle hay una niña con la que podrías jugar.-Dijo contenta.

-Tengo 16 años.-Contesté y todos rieron.

-¡Lo sé! Pero para mi y tu madre sigues siendo una niña.-Contestó.-Además ella debe tener tu edad.

-¿Te refieres a Sabrina?-Preguntó Billy interesado.

-Esa misma.-Contestó mi tía mirándolo de reojo.-Te caerá bien Anna. Y en cuanto a Aaron, aquí enfrente vive un muchachito agradable.

-El sobrino de Mimi.-Contesté recordando a la mujer que nos había visitado por la tarde.

-Veo que ya te estuviste interiorizando con el barrio, eh?-Rió mi tío.

-Y puesto a que la noche aún es joven.-Comentó mi primo.-Anna, Aaron ¿quieren ir a dar una vuelta por ahí?

-¡Sii!-Contestó Eleanor.

-No estas invitada, enana.-Rió su hermano.

-Yo estoy cansado por la mudanza.-Mi hermano bostezó.

-¿Anna que decís?-Preguntó nuevamente.

-Bueno, vamos.-Dije pensando que quizás sería divertido y miré a mamá.-¿Puedo?

-Claro, pero no vuelvan tarde.-Contestó ella levantando los restos de la cena con ayuda de Martha.

-Y abriguense.-Contestó mi tía.

Seguimos las instrucciones a la perfección, no solo porque afuera hacía un frío increíble, sino también porque sabíamos que si la desobedecíamos quizás no nos dejarían salir.

-Es una linda ciudad.-Comentó mi primo mientras nuestros pasos resonaban en las desoladas calles y él me conducía a quién sabe qué lugar...


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Holaa!! Espero que les haya gustado el primer capítulo. Al principio es algo enroscado, son como historias enmarcadas (como las mil y una noches, aunque mucho más simple obvio jaja) Lo corté ahí porque me conozco y se que si no lo terminaba el capítulo me iba a emocionar escribiendo e iba a hacerlo re largo. Algo parecido me pasa ahora jaja Dejo de decir boludeces. Nos vemos!

sábado, 14 de diciembre de 2013

Introducción

Todos venimos repentinamente al mundo, quien sabe por qué razón, y lo abandonamos dejándolo diferente. Cada una de las personas que vivieron, viven e incluso vivirán, se ven en la irremediable situación de producir un cambio, por más mínimo que sea. Tanto Nelson Mandela, como el hombre que reparte las noticias impresas en el periódico por la mañana; Adolf Hitler tanto como un maestro que se levanta con las luces del alba para enseñar sus conocimientos; Marilyn Monroe y un médico que dedica su vida a salvar la de otras personas; Caryl Chessman, Aristóteles, un niño que pasea por el parque en bicicleta, Charles Chaplin, una mujer dejando un pastel recién horneado en la ventana para que se enfríe con la brisa de la mañana, Albert Einstein, Ghandi, un hombre fumando un cigarrillo en el porche de su casa, Lennin, Isaac Newton, una joven que pasea entre las hojas amarillentas del otoño, Leonardo Da Vinci, William Shakespeare y una infinidad de personajes que han cambiado el rumbo de nuestra historia, algunos famosos y otros, simplemente no.
Mi nombre es Anna Austen y voy a contarles la historia de mi pequeño gran cambio...

viernes, 13 de diciembre de 2013

Volví de las tinieblas!

¡Holaa! Volví después de casi un año de haber dejado colgado este fic (Si, un año, que barbaridad). Hoy me puse a leer como era, porque realmente no me acordaba, y me di cuenta que lo tendría que haber seguido. Era divertido, no sé. Bueno, vamos al grano -como la propaganda de asepxia- la cuestión es que quiero volver a escribirlo (Aplausos, gritos, ovaciones ahre) Y cambiar algunas cosillas que me di cuenta que no tenían mucho sentido. A lo que voy es lo siguiente: si quieren aparecer solo díganme en algún comentario. Pueden decirme beatle preferido, gustos, descripción, si quieren ser malas, buenas, duendes caballos, o simplemente me dicen el nombre y yo me imagino todo lo demás.

Bueno, si leyeron hasta acá les agradezco y perdón por la tardanza, y si no leyeron y lo cerraron antes de llegar acá... bueno, nada porque no lo van a leer.
Espero que les gussste